Son un tiempo de oración profunda, silencio interior y discernimiento para quien busca claridad en su vida y desea seguir a Jesús con más libertad y amor. Fueron creados por San Ignacio de Loyola, quien los diseñó como una experiencia transformadora que ayuda a ordenar el corazón, sanar heridas y tomar decisiones según la voluntad de Dios. Más que un simple retiro, son una escuela del Espíritu.

“Así como caminar o correr fortalece el cuerpo, los Ejercicios Espirituales ayudan a fortalecer el alma. Son una manera de limpiar el corazón de todo lo que lo aleja de Dios y, después de haberlo hecho, descubrir qué quiere Dios para nuestra vida” (EE 1).

Antes de iniciar los Ejercicios es recomendable:

1. Disponer el corazón: Tener apertura y deseo sincero de encontrarse con Dios.
2. Elegir el momento adecuado: Se recomienda hacerlos cuando podemos dejar de lado las preocupaciones del día a día, en un ambiente de silencio y recogimiento, libre de distracciones.
3. Contar con acompañamiento espiritual: Un director o guía espiritual ayudará a discernir los movimientos interiores que surgirán durante los ejercicios espirituales.
4. Fomentar la oración y la lectura espiritual: Leer la Biblia y practicar momentos de oración previa pueden facilitar la experiencia.

Al finalizar los Ejercicios, la persona suele experimentar:

• Mayor claridad y paz interior sobre su vida y sus decisiones.
• Un conocimiento más profundo de Jesús, y un deseo más fuerte de seguirlo.
• Un corazón renovado y dispuesto a servir en su entorno.
• Un método de discernimiento que le ayudará a tomar decisiones según la voluntad de Dios.

Los Ejercicios Ignacianos no terminan cuando acaba el retiro, sino que marcan un nuevo comienzo en la vida espiritual, con herramientas para seguir caminando con Dios cada día.